La séptima maravilla

Goleada histórica. ¿Hace cuánto River no bailaba de semejante manera a un rival? La última victoria abultada había sido un 4-1 frente a Lanús, el 13 de diciembre de 2010, por la última fecha del Apertura. Sin embargo, la situación era completamente distinta a la actual, por razones obvias. El resultado de hoy fue categórico y posicionó al equipo de Matías Almeyda como un gran candidato desde el funcionamiento individual y colectivo, además de los nombres propios y el peso específico de la camiseta.

Por supuesto que Atlanta facilitó todo. Hace mucho que un rendimiento individual y colectivo no quedaba tan expuesto como ocurrió hoy en el Bajo Flores. Desde que River abrió la cuente se terminó el partido. Es que el conjunto de Villa Crespo dio ventajas insólitas y siempre jugó al límite de la posición adelantada, contando con las falencias del asistente Alejandro Valle para que el arco de Rodrigo Llinás no sufriera más caídas de lo previsto en el primer tiempo.

Si Ríos, de enorme crecimiento personal y futbolístico, hubiera estado en su jornada más brillante, el marcador terminaba con una diferencia aplastante en la etapa inicial. De todas formas, el Torito, Aguirre, Ocampos y el uruguayo Carlos Sánchez -merecía su gol-, hicieron lo suficiente para que River fuera letal en los metros finales. El fondo visitante colaboró demasiado para que los pases en profundidad llegaran a destino sin demoras ni interrupciones.

River fue la séptima maravilla en el Nuevo Gasómetro. Juego asociado, paredes comunes, falsas paredes, toques de primera, sucesión de pases con la defensa como punto de partida, llegadas constantes, variantes ofensivas, lujos, diversidad en los autores de los tantos, cambios acertados, explosión por los costados, acciones en las que los delanteros pivotearos, asistencias al mejor estilo de la Playstation... En síntesis, una goleada absolutamente merecida y que hasta podría haber alcanzado las dos cifras.

Por Germán Balcarce /// Foto: Joel Richards