"Gracias a Dios por hacerme hincha de River"
El último ídolo de River tuvo una despedida a la altura de lo que generó en su carrera, adentro y afuera de la cancha. 60 mil almas palpitaron al ritmo de Ariel Ortega. El partido fue una excusa, el Burro jugó para los dos equipos, marcó cuatro goles y se dio el gusto de jugar con su hijo Tomás.
La historia de La Banda estuvo en el terreno de juego. Allí donde las vueltas se multiplicaron hasta marearse, donde los enganches y los caños se hicieron presentes como nunca antes -y después- en la vida de River, el Chango jugó el último partido ante su gente, esos que lo aman tanto como él a la camiseta.
Por parte de los amigos de Ortega, y con la dirección técnica de Ramón Díaz, jugaron: Nahuel Guzmán; Hernán Díaz, Roberto Ayala, Sebastián Domínguez, Juan Pablo Sorin; Juan Sebastián Verón, Víctor Zapata; Ariel Ortega, Enzo Francescoli, Javier Saviola e Ignacio Scocco.
En frente estuvieron: Leandro Chichizola; Paulo Ferrari, Guillermo Rivarola, Ariel Garcé, Nelson Vivas; Eduardo Coudet, Leonardo Astrada, Leonardo Ponzio, Marcelo Gallardo; Manuel Lanzini y Daniel Villalva, bajo las indicaciones del Tolo Gallego.
El 8 a 2 en el marcador fue anecdótico. En el recuerdo quedarán las paredes que hizo con Enzo, su compinche de toda la vida, sus cuatro goles, las últimas pinceladas de su magia y la dupla ofensiva que armó con su hijo Tomás, que marcó uno de los goles e hizo esforzarse a Guzmán en más de una oportunidad.
Cuando iban 25 minutos del segundo tiempo, Andrés Calamaro, que cantó en la previa del partido, ingresó a la cancha junto con Sol y Manuela, las hijas del Burrito, y se interrumpió el juego para darle lugar a la emoción mayor de la noche: Un vídeo con las mejores jugadas del jujeño, los saludos de sus padres y hermanas y de los amigos que el fútbol le dio. Luego, llegaron sus palabras y la frase que quedará marcada a fuego: "Gracias a Dios por hacerme hincha de River"