River lo perdía, lo ganaba y terminó cayendo en el Superclásico, a pesar de que mereció, por lo menos, el empate. Ahora, a pensar en Rosario Central.

No se dio nada como se esperaba. O casi. River tuvo ratos aceptables de fútbol, pero terminó perdiendo con Boca en el Monumental, gracias a un golazo de Tevez sobre el final del partido.

El 4-2 (Alario y Driussi para River, doblete de Tevez, Bou y Centurión para la visita) fue inmerecido porque, más allá de no tener un gran rendimiento, el Millonario mereció más.

El comienzo del partido fue complicado, con Boca dominando la pelota, presionando al equipo de Gallardo y generándole peligro a Batalla. Encima, el gol de Bou no hizo más que confundir al local, que se vio antes de los 15 minutos abajo en el resultado y en el juego.

Cuando Boca merecía más, apareció Driussi para marcar, de volea, el empate en el Monumental. Ahí se vio lo mejor de River, que apretó sin parar al rival y lo dio vuelta gracias a un cabezazo fenomenal de Lucas Alario.

Así terminó el primer tiempo, con un triunfo parcial que presagiaba lo mejor. Pero, una vez más, el diablo metió la cola: la segunda mitad comenzó con una catarata de llegadas desperdiciadas por Alario y Pity Martínez.

Cuando River merecía el triunfo, cuando parecía que los tres puntos y el Superclásico estaban en el bolsillo, una mala salida de Batalla le dejó el arco solo a Tevez, quien igualó el partido.

Ahí llegó la debacle del Millonario. Gallardo sacó a D’Alessandro (la gran figura del equipo, manija de cada ataque) para cuidarlo para la Copa, y metió a Rossi, para generar equilibrio en el mediocampo.

También ingresaron Andrade y Mora por Driussi y el Pity Martínez. Cuando el encuentro estaba planchado, cuando nada parecía indicar que se rompiera el empate, apareció Tevez para clavar un golazo al ángulo, al minuto 37 de la segunda mitad.

Al minuto 93, un córner para River le generó ilusión al Millonario, pero Mina se perdió un gol insólito debajo del arco y, en la jugada siguiente, Centurión sentenció el marcador.

El marcador en contra deja preocupación en el Millonario, pero mucho más lo hace el rendimiento que mostró el equipo, las dos caras de un River que, de no haber milagro mediante, será cara o cruz en la final de la Copa Argentina.