Una noche completa. Ramón en la cancha, Trezeguet con gol y, en la tribuna, el último ídolo: Ariel Ortega. El Burrito no se quería perder el debut del riojano y dejó congelado el conflicto con la dirigencia Millonaria para verlo.
Y un día se le abrieron las puertas. Debió esperar hasta el retiro para volver a caminar por los pasillos de su casa, el Monumental. Los dimes y diretes de una historia eterna de desencuentros con la dirigencia hacían prever que su regreso estaba vedado. Sin embargo, en el retorno de uno de sus mentores futbolísticos, el jujeño volvió.
Llegó minutos antes del encuentro y se ubicó en uno de los palcos, junto al ex dirigente Rodolfo Cuiña. Pasó el límite que se había impuesto: Llevar a su hijo a la escuelita del club. Decía que miraba con ansias desde afuera y hoy cruzó la puerta. El próximo destino, tan inevitable como deseado, es el partido homenaje, la despedida…
“Gallardo me sacaba sin explicación de un partido que para mí había jugado muy bien y lo tomaba personal”
Por Tomás Kunz (@TomasKunz_) Marcelo Gallardo es, sin duda alguna, el mejor entrenador en la historia de River. La gran...