Echaron a Almeyda
Falta una reunión final, el toque de gracia. Almeyda ya sabe que no seguirá en River. Lo huele. Se lo lleva puesto, además de su inestabilidad y la falta de identidad, la urgencia de un presidente. Porque Daniel Passarella ya le dejó entrever por teléfono que hasta aquí llegó su amor. Como pasó con Astrada y Cappa, el Kaiser lo terminó de liquidar por teléfono. "¿Qué querés que haga? Me echan...", le dijo a Olé en una cena de la Asociación de Técnicos en la que fue premiado por ser campeón de la B Nacional.
Falta una reunión final. Vía celular, Almeyda y allegados ya saben la mala nueva. Lo supo en la tarde noche del martes, por eso se modificó el horario del entrenamiento (era a las 10 y pasó a las 17). Seguramente, tras el convite, se querrá buscar una salida elegante, pero hay una sola realidad: Passarella echó a Almeyda.
Luego de 60 partidos oficiales -entre B Nacional, Copa Argentina y Torneo Inicial- se acaba un proceso lleno de dudas. Almeyda no dejará de ser un tipo querido, pero a su vez nunca encontró un estilo como técnico.
Lo positivo para el de Azul es que no sufrió el escarnio público de la gente, aunque el malhumor en la cancha, en los pasillos del Monumental y en las redes sociales, tan influyentes hoy, hicieron que su investidura de entrenador millonario se vea raleada.
Almeyda no quería -ni quiere- renunciar. Se aferraba al sillón como podía. Deseaba llegar a junio de 2013, cuando se vence su contrato, del que cobrará, según supo Pasión Monumental, hasta el último día trabajado. Como mucho, dirigirá con Lanús y San Martín de San Juan. El andar de su River no justificaba la continuidad. Estaba cantado que el final andaba cerca. Y así fue.