Con ese nombre, no se podía esperar otra cosa
Ir a ver a River se está convirtiendo en una verdadera erogación de dinero. Recién se repone el bolsillo del hincha de los 130 pesos gastados en el hogar de las ballenas –más lo caro que salió el viaje- y ahora deberán hacer cuentas nuevamente para irse hasta Corrientes, donde Boca Unidos lo espera en la primera semana de diciembre.
El club correntino, que sólo comparte el nombre con el máximo rival del Millonario, dispondrá para La Banda entre 1.200 y 1.300 generales a $30 cada una y 3.500 plateas que saldrán $250 por unidad. Un robo, total y completo. Ah, tampoco se sabe si habrá expendió en Buenos Aires y no sería extraño que se repita el caso de Guillermo Brown.
River tendrá 3.500 locos que pagarán esa suma, eso se descuenta. El tema es si está bien que eso suceda. De hecho, enla Asociacióndel Fútbol Argentino está reglamentado que haya un tope para las entradas, por eso muchos clubes, utilizan el famoso “bono” o “el día del club” para recaudar más dinero.
El tema es claro. Algunos clubes no quieren salir de sus estadios o de sus provincias para enfrentar a River, algo perfectamente lógico. De todas maneras, no quieren perder en ningún aspecto: ni el económico, ni el futbolístico. Cuando uno elige recibir a River en un escenario pequeño, gana la localía. Pero debería resignar el dinero. Por el contrario, se exprimen los bolsillos de los hinchas de la la banda roja hasta que sangren y cumplan con el dinero que los distintos equipos aspiran a juntar.
Además, el escenario donde el Boca correntino recibirá al equipo de Matías Almeyda dista mucho de ser el Camp Nou. Una ubicación en ese escenario no debería costar lo que los fanáticos de la banda roja van a terminar pagando. Alguien, también, debería reglamentar que la “avivada” no se consume.
La dirigencia de River, si es que no puede inmiscuirse en el precio que sus pares correntinos ponen a las localidades, sí debería aplicar la “Ley del Talión”. Cuando Boca Unidos vaya al Monumental, que pague exactamente los mismos precios. No alcanza, pero al menos queda una sensación de “Justicia” que sería linda para el pobre hombre o mujer que va a desembolsar esa suma para ver el juego en el Litoral. Quizás de esa manera se termine de una vez con los “pillos” que en el fútbol argentino se cuentan con los dedos de varios cientos de manos.
Por Javier García