Como en los buenos tiempos
El Monumental explotó con la vuelta de Ramón al banco más ganador y el equipo cumplió. Tuvo un gran primer tiempo y una floja segunda parte. Pero le alcanzó para ganarle a Estudiantes y ser uno de los punteros del Torneo Final.
Hay que recuperar la misística de local. Es uno de los mandatos de este River de Ramón. Y él, once años después de su último partido en el Monumental, supo cómo contagiar a los jugadores. River tuvo un gran primer tiempo y aflojó el nivel en el complemento, pero le sobró para sacarse de encima a un rival molesto. Y el Liberti estalló como en sus mejores épocas. Cómo no ilusionarse, aún cuando es largo el camino, con un cuadro protagonista. Sí, porque este equipo quedóo primero. Ya no existen los objetivos cortos. Ahora se busca pelear arriba. Y hoy el dato es indiscutible: acá hay un puntero.
River comenzó presionado por un Estudiantes que pobló el mediocampo de volantes con la idea de cortar a las usinas futbolísticas. Cagna salió a ensuciarlo, el Pincha intentó meter y no jugar. Pero tanto se le fue la mano -en realidad la pierna- que a los 13 minutos ya tenía amonestados a Braña, la Gata Fernández y Zapata.
De a poco, River se fue acomodando. Conpaciencia y sin desesperarse, comenzó a llegar. Volcó mucho el juego por izquierda, con Vangioni y Rojas intentando provocar el 2-1 y centrando para los de arriba. Igual, la primera llegada seria fue con un centro del ex Godoy Cruz que cabeceó Mora y atajó Silva.
Al ratito, Ledesma, el que parecíia que tenía un ciclo cumplido y volvió a vivir con Ramón, probó desde afuera y el uno Pincha la mandó al corner. Por llegadas, aún cuando a veces se pasaba de rosca, River era más.
Y llegó el gol. Hubo diez toques y una asistencia como con la mano de Rojas para la derecha de Trezeguet, que la puso donde solo pueden los diferentes como él.
En el segundo tiempo arrancó light, incluso diviendo más la pelota. No la pudo sostener más de un minuto. Y no porque Estudiantes haya levantado en la presión sino porque River se cargó de imprecisiones.
Es aquí cuando el pedido de Ramón encuentra razones. No tiene un organizador. Lanzini juega al palo y a veces se necesita ponerla en la nevera, jugarla, cansar fíisica y mentalmente al rival. Se le dio vida a un contrincante con pocos recursos, que vio el segundo desfile el equipo del Pelado. El que mira a muchos desde arriba. Como en los buenos tiempos...