“Siempre que perdí con ellos después gané cosas”, sacó chapa Ramón Díaz. Pasión Monumental fue al archivo y te cuenta qué tan real es la afirmación del riojano.
Hace más de 15 años, cuando River era una máquina de ganar títulos y Boca salvaba la ropa quedándose muchas veces con el clásico, la discusión (tonta discusión) era qué valía más. Era común ver al Millonario festejar y dar vueltas olímpicas cada semestre. Del otro lado, la alegría duraba un par de días y nada más.
“Siempre que perdí con ellos después gané cosas”, tiró Ramón Díaz el martes. El Pelado sólo festejó dos veces ante el eterno rival y luego fue campeón. Primero en el Apertura 99, con aquel 2 a 0 (goles de Aimar y Angel) que cortó una racha de nueve años sin festejos en el Monumental. Luego gozó en el Clausura 2002, con aquella vaselina de Ricardo Rojas en el 3 a 0 (además marcaron Cambiasso y Coudet) en la Bombonera, ahora poniéndole fin a una sequía sin éxitos en la casa rival desde 1994.
Pero Ramón planteó otra cosa. Y Pasión Monumental fue al archivo. ¿Cómo le fue a River tras perder un clásico? A saber:
– Clausura 96: cayó 4-1 (tres goles de Caniggia), pero venía de ganar la Copa Libertadores de América. Sin embargo, era tanta la exigencia que muchos jugadores sufrieron el corte de los neumáticos de sus automóviles tras aquella goleada en La Boca.
– Apertura 96: cayó 3-2, con aquel nucazo de Guerra. River había sido superior en los 90 minutos, pero no concretó en la red todo lo que generó. En diciembre dio la vuelta tras realizar un torneo de lujo.
– Apertura 97: empezó ganando con un gol de Berti, pero Palermo (previa falta de Bermúdez a Burgos en un centro) fue determinante en aquel 2-1 del cuadro de Veira. La historia terminó con River logrando el tricampeonato y la Supercopa. ¿Boca? Nada.
– Clausura 98: ganaba 1-0 en La Boca y Salas falló un penal en un momento clave. El Xeneize lo dio vuelta, pero el final del semestre encontró a los acérrimos contrincantes lejos de la lucha grande. El campeón fue Vélez.
– Clausura 99: River perdió 2-1. Lo había empatado con un gol de penal de Netto, pero Palermo se vistió otra vez de verdugo. Boca, ya con Bianchi en el banco, fue bicampeón. Fue, sin dudas, la única vez que Ramón no tuvo motivos para festejar.
Si bien la contundente frase del riojano no es 100% real, los números lo favorecen. Ojalá que a fin de año la historia vuelva a repetirse. Con River logrando un título y Boca mirando el festejo.