A 20 años del debut en Primera de Almeyda
Nació en Azul, provincia de Bs. As., el 21 de diciembre de 1973. Federico Vairo, el técnico que lo probó en Primera le puso "Pelado". Ésta es la historia de alguien que pasó de vivir en una pensión a ganar la Libertadores en el 96.
Anteriormente, con River había ganado el Apertura 93 y 94. Más tarde fue transferido al Sevilla en una cifra récord de 9 millones de dólares. Su recorrida por el mundo recién empezaba. Fue así como pasó a la Lazio. Ganó la Copa Italia, Supercopa Uefa, Supercopa Europea 99 y el Scudetto 99/2000. Se convirtió en un referente y emblema del equipo. Pasó después por el Parma, Inter y Brescia. Regresó al país para jugar en Quilmes. Pero se volvió a ir a Noruega. Y más tarde pasó a Fénix.
Su carrera dio un giro cuando estuvo cuatro años sin jugar al futbol, y cayó en una depresión. Jugaba el Super 8 con el Enzo, y el Príncipe le dijo: “Te veo para seguir jugando en Primera”. Matías recuerda que en ese momento todos le decían: "¿De qué de quejás, si tenés todo? “Y no pasaba por tener o no tener, sino por una cuestión de creerse alguien, de tener sueños. Porque cuando dejás de jugar, dejás de soñar", dijo. Entonces se decidió y volvió a River...
Su último superclásico vistiendo el manto sagrado lo vivió con mucha intensidad, besándose la camiseta en la Bombonera tras haber sido expulsado. Se retiró como jugador, pero se convirtió en DT con una misión: volver a River a Primera y devolverle el buen juego, el mismo que él conoció en los 90 y que marca la historia riverplatense.
En la Selección ganó la medalla plateada en los Juegos Olímpicos del 96, participó en los mundiales de Francia 98 y Corea- Japón 2002. En total en toda su carrera jugó 303 partidos y convirtió 6 goles.
"Yo con Boca jugaría un partido por semana", declaró. Matías se ha convertido en un referente para el equipo dentro y fuera de la cancha. Esta historia tiene un final abierto. Ojalá termine como todos queremos, porque su sueño es el de todos los hinchas, porque su sueño es nuestro sueño.
Y miren que podría quedarse donde estaba, tranquilo y en la cima de las glorias pasadas. Sabiendo que Matías no precisaba nada, bajó a jugarse entero, y en el juego a dar el alma...Ignacio Copani, canción para Matias.
Por Luciana Flesler