En el momento menos esperado, Lanús golpeó fuerte a River y lo derrotó 3-0 para llevarse la Supercopa.

No pudo ser, y duele. Lanús golpeó en los momentos indicados y se llevó la Supercopa argentina: fue 3-0 sobre un River que, sin Alario, dio mucha ventaja.

La presión inicial del equipo de Gallardo parecía predecir lo mejor. Dominaba al Granate, le llegaba por los costados y la sola ausencia de un centrodelantero de área separaba al conjunto de Napoleón de la apertura del marcador.

Por su parte, Lanús comenzó a aprovechar los espacios que dejaba la defensa Millonaria, transformándose el encuentro en un ida y vuelta constante que parecía indicar una lluvia de goles.

Sin embargo, fue recién en la segunda mitad cuando se rompió el cero. En el mejor momento de River, Lautaro Acosta aprovechó un rebote para marcar el 1-0, a falta de 20 minutos para el final.

Ahí llegó la debacle. Los ingresos de Auzqui y Andrade no cambiaron en nada el encuentro. Para peor, el Millonario terminó partido y Pasquini y Sand (con un penal que inventó Delfino, de pésimo arbitraje) sentenciaron el 3-0 exagerado.

El resultado final marca un triunfo que terminó siendo merecido, aunque con un marcador abultado para lo que realmente ocurrió en el encuentro.

River sufrió la ausencia de goles y de variantes (Gallardo terminó sin hacer los tres cambios) y perdió la oportunidad de inaugurar el 2017 con otra estrella.

Para olvidar. O, mejor, para recordar siempre y corregir.