Todo al revés. Antes del primer minuto de juego, River se quedó sin técnico y con un gol en contra. Demasiado. Nunca pudo revertir esa situación y cayó sin alicientes 2-0 con San Lorenzo. Stracqualursi y Cetto marcaron los tantos del local.
Ramón entró tarde, pero a River le pegaron un golpe bien temprano, como para dejarlo demasiado herido y no levantarse más.
Cómo hacerlo después de un mazazo a los 40 segundos, cuando ni siquiera se habían acomodado en la cancha. Nadie la pudo sacar y Stracqualursi puso el 1-0. Peor comienzo, imposible. Ah, y encima con Ramón espiando el partido desde afuera.
Nervioso, cuando comenzó a meterse en el trámite y había llegado, a los tumbos pero había arribado cerca de Migliore con un tiro de Trezeguet, a Cetto no lo tomó nadie (¿de quién era la marca?) y puso el 2-0 a los 20 minutos. Que panorama…
El triángulo Ledesma-Ponzio-Mauro Díaz hizo fulbito en el medio, una posesión insípida que no logró desde el pase corto darle profundidad a un equipo que se debatía en los arrebatos de Mora y nada más. Pero a veces el uruguayo que se ganó a la gente con sus goles Boca peca de individualista. Claro, no tenía con quién jugar.
Por su parte, el trío Mercier-Kalinski-Ruiz lo superaba a River con toque y despliegue. Y por afuera, Buffarini hacía lo suyo. Cuando se dignó a ir a fondo, el rubio ganó siempre. A Bottinelli, a Vangioni, a cualquiera… Entonces, el Gasómetro fue más grande lo habitual. Para River ya era una estancia.
Hasta hoy, River había maquillado la falta de un organizador. Los goles habían llegado por tiros desde afuera (Vangioni con Belgrano) o por arrestos individuales (el derechazo de Trezeguet con Estudiantes, las guapeadas de Luna con el Pirata y Tigre). Pero no por el pase de gol del 10 de River. Antes Lanzini, ahora Mauro Díaz, el tiempo no hace otra cosa que darle la razón al Pelado. Se extraña a alguien que entregue la pausa en el momento exacto.
Con el antecedente del primer tiempo, Ramón quemó los libros. Ahí no se durmió: afuera Ledesma, Díaz y Trezeguet, adentro Rojas, Iturbe y Luna. Sin enganche. Con cuatro volantes y tres puntas netos. Se desnudó a las contras de San Lorenzo y pudo ser goleado. Fue con desorden. En ese contexto, a duras penas, mejoró la imagen. Mora se perdió un gol increíble tras un gran centro de Mercado: el uruguayo cabeceó solo ante Migliore y le erró al arco. Luego no pasó nada.
Tras la euforia, el golpe llegó. Se durmió Ramón, River no se despertó. San Lorenzo le ganó bien y lo dejó sin invicto luego de tres victorias al hilo. No deja de ser un alerta. A prestarle atención.