Poco para analizar. La diferencia entre los suplentes de River y los mejores jugadores de la liga de Salta es tan -o más- marcada de lo que dijo el resultado. Fue 4 a 0 en un encuentro que tuvo al público y su fidelidad como principal foco de atención.

Una práctica (in)formal

No hubo resistencia. Al término de la primera etapa, el equipo alternativo de La Banda ya ganaba 4 a 0. Casi sin proponérselo. Es que, por errores ajenos más que por virtudes propias llegaron los goles. Primero, Augusto Solari. Luego, Juan Manuel Iturbe gritó el segundo con la complicidad del arquero. Ramasco, en contra, tituló la goleada y Acevedo estiró la ventaja.

Nada más. Los rendimientos individuales quedaron relativizadas por las debilidades de la Selección de Salta. Por eso, si bien aparecieron las gambetas y la gravitación en ofensiva de Lanzini, esa que se ausentó en los partidos oficiales, quedaron en un segundo plano. Misma suerte corrieron los toques de calidad de Rogelio Funes Mori y los chispazos de destreza técnica de Matías Kranevitter.

Los suplentes y los pibes, los que esperan por su chance en Primera, tuvieron algunos minutos. Fue poco más que una práctica informal. La poca seriedad que le quedaba al encuentro se desvaneció en el complemento: Los técnicos tocaron todo el equipo y, de hecho, Nicolás Macarof jugó para el equipo salteño.