Una mancha con sabor conocido
Duele y mucho. Por todas las razones que fácilmente se le pueden cruzar por la cabeza a un hincha millonario en este momento. Desde la manera en que se dio el partido hasta el final bochornoso, incluyendo el nombre de Cristian Núñez. Sin embargo, hacer una crítica dura sería injusto, teniendo en cuenta la actuación del conjunto que dirige Matías Almeyda.
Catorce veces remató River. Un derechazo impresionante de Carlos Sánchez que dio en el travesaño, un rebote que se desvió y derivó en tiro de esquina, por pocos centímetros, dos cabezazos que Gastón Sessa le tapó a puro reflejo a Fernando Cavenaghi y hasta un gol cantado de Alejandro Domínguez que no se pudo concretar por un rechazo providencial.
¿Boca Unidos? Dos acciones claras del ingresado Jonathan Benítez y la aparición heroica de Núñez, tras una mala salida de Leandro Chichizola. El resto se trató de simples insinuaciones ante una defensa bastante sólida que conformaron Alexis Ferrero y Jonatan Maidana. Es que River se mostró sólido y compacto durante toda la tarde noche, pero perdió en un abrir y cerrar de ojos.
Para contrarrestar el 3-5-2 que pusieron Claudio Marini y Luis Medero, alcanzó con un gran rendimiento de Sánchez y las diagonales sorpresivas de Lucas Ocampos en cada centro desde la banda derecha. Pero en el fútbol los encuentros se resuelven a través de goles y a La Banda le faltó definición, tanto por falta de puntería propia como por virtudes del arquero local y acciones con una cuota de suerte.
En consecuencia, River no logró concretar su jerarquía y superioridad en el arco de enfrente y terminó pagándolo en el propio cuando el reloj marcaba el cierre y la única equivocación grave en Corrientes no le iba a dar margen para revertir el escenario. La historia es conocida y se pueden trazar varios paralelismos. Fue una nueva mancha que lamentablemente sumará para las páginas negativas.
Por Germán Balcarce
Imagen: Wally