Parecía difícil el asunto. El dueño de casa había empezado mejor, con orden y presión sobre todos los sectores, provocando muchas imprecisiones en River, que había tenido en Leandro Chichizola como responsable de que Marcos Del Cero y compañía no abrieran el marcador.

Ocampos no venía con su mejor nivel y perdía pelotas permanentemente, pero se anticipó a los rivales en un tiro libre venenoso del Chori para poner en ventaja al Millonario. Enseguida, Luciano Abecasis desperdició una chance clara para ampliar la distancia, mientras que Diego Giménez no pudo concretar la oportunidad que tuvo para conseguir el 1-1.

Sin embargo, entre un equipo y otro hay diferencias enormes de jerarquía, sobre todo en la definición, factor determinante que dejó en claro Domínguez cuando tan sólo iban 22 segundos del complemento. A partir de ese momento, se terminaron las equivalencias que Brown había obtenido con garra, solidaridad táctica y sacrificio.

Cavenaghi capturó un rebote e hizo el tercero. El conjunto de Puerto Madryn ya no tenía la brújula, en tanto que Ezequiel Cirigliano se transformó en el patrón del medio, con Carlos Sánchez y Ocampos para abrir la cancha y explotar las bandas. Chichizola volvió a responder para evitar el descuento, el Torito hizo el cuarto con un gran derechazo desde afuera y el gol del consuelo para el local llegó a través del penal ejecutado por Gastón Bottino, tras la falta que cometió Leandro González Pirez.

En consecuencia, River goleó 4-1 a Guillermo Brown y regresó a lo más alto de la tabla de posiciones, con la esperanza de que mañana Instituto pierda en Isidro Casanova. Lo cierto es que se vio una versión millonaria en alta definición, con el oportunismo suficiente para liquidar la historia y esa virtud deberá potenciar para encontrar el camino de la regularidad.

Por Germán Balcarce

Imagen: Fotobaires