Torazo en rodeo ajeno

Es uno de los símbolos que tiene Matías Almeyda para luchar por el regreso a Primera División. Es que el Torito hizo lo imposible -es un mérito haber rescindido dos contratos en el exterior- para volver a Núñez, en un escenario completamente desconocido y que muchos prefieren evitar por cuestiones de orgullo personal. Como si fuera poco, se reconcilió con Daniel Passarella, dejó atrás una fortuna y el pasado 13 de julio se dio el gusto de ponerse nuevamente la camiseta de River en la presentación.
De todas formas, le faltaba lo más importante para sentirse en plenitud. Es que el delantero de 27 años se alimenta de goles, pero no tuvo la posibilidad de rematar frente a Chacarita Juniors e Independiente Rivadavia, mientras que desaprovechó las tres chances claras que se le presentaron contra Sportivo Desamparados. Y si bien reconoció que estaba tranquilo gracias a los triunfos, aquéllos que estuvieron cerca del campo en Parque Patricios notaron su entusiasmo por cortar la sequía.
Cuando iban 35 minutos del primer tiempo, Martín Aguirre vio el espacio indicado y encontró a Cavenaghi en el lugar justo. El capitán picó enseguida, dominó la pelota y sacó un potente derechazo para poner a River en ventaja. ¿Cómo lo gritó? Con mucha euforia, parado a pocos metros de la tribuna visitante, con una sonrisa plena e invitando a los hinchas para que lo festejaran con la misma pasión que él lo hizo junto con sus compañeros.
Además, tres minutos después de la conquista, el Torito demostró carácter en rodeo ajeno: quedó cara a cara con Rimoldi e intercambiaron palabras con bastante vehemencia. Los jugadores de ambos equipos intercedieron para calmarlos e incluso Alejandro Domínguez logró convencer a su compañero de que iba a salir perjudicado si continuaba la discusión. Sin embargo, fue un enojo circunstancial y Cavenaghi siguió concentrado, con la felicidad de haber alimentado su espíritu goleador.
Foto: Ole.com
Por Germán Balcarce