A los 45 segundos de juego, Rogelio Funes Mori tuvo una chance clarísima. Pecó de apurado y su zurdazo pasó cerca del palo de Ustari. Por esa acción, pintaba para partidazo, con llegadas, acción... Parecía. El clásico fue un bodrio. River y Boca empataron 0 a 0 en el tiempo regular.

A diferencia del clásico ganado en Mar del Plata, River no pudo imponer su ritmo. Boca le tapó las bandas y Sánchez y Vangioni, fundamentales en el esquema del Pelado, no pudieron desbordar casi nunca. Entonces, ese equipo ligero y picante que se vio en la Feliz, no pudo gravitar en Mendoza. En parte, porque Boca se avivó cerrando las orillas, provocando que los de Ramón no tuvieron primer pase para comenzar la jugada. Solo Ponzio intentaba darle claridad a los ataques. Por algo el Pelado pide a gritos por un enganche.

Por entonces, de amistoso no tenía nada este segundo Superclásico de verano. Un dato: en apenas media hora, Pitana sacó seis amarillas. Así se jugó. Pierna fuerte, brazo partido, poco fútbol. Y así se fue un primer tiempo flojísimo, con un River que contó con una chance más por un cabezazo de Mora que se fue cerca, aunque la jugada indicaba que el cierre debía ser de Mauro Díaz, quien entraba por el segundo palo y en una posición más favorable a la del uruguayo.

River lució más animado en el segundo tiempo. Pero solo fueron buenas intenciones. Sutilmente mejor, por no decir menos mal, tuvo un par de aproximaciones a Ustari. Ramón movió el banco con Trezeguet por un desconcentrado Funes Mori, Rojas de doble 5 por Ledesma y Lanzini por un fusilado Mauro Díaz

Boca, por su parte, jugó a no jugar. Con Viatri y Blandi como sus llaneros solitarios, se replegó y apostó a la contra, aunque jamás pudo salir con pelota dominada y en bloque. Igualmente tuvo la más clara del partido, con un frentazo de Erbes que Vangioni sacó en la línea.

Y llegaron los penales. Ganó Boca. El sábado habrá un tercer clásico y ahí se sabrá quién fue el capo del verano. Pero el resultado final no debiera tapar lo que pasó en los 90 minutos.