River y Boca no se sacaron diferencias en el primer clásico post final de Libertadores. El Millonario quedó mejor parado y la gente no se quedó sin su fiesta en las tribunas.

Gustavo Gallardo Kuster

@gallargus

Pasó el primer partido de la trilogía superclásica y el que quedó mejor posicionado fue River. El visitante llegó decidido a cortar circuitos de juego con su mediocampo superpoblado y con la esperanza de que alguna jugada aislada dejara a su único punta con el gol en los pies (Soldano y Hurtado se fueron turnando), pero se terminó conformando con la falta de efectividad de River, que no pudo aprovechar y sacar provecho de las chances que tanto le costó generar.

Sin cambios en el inicio de la segunda mitad y con la certeza de que el partido le significó a Fernando Rapallini más de lo que él se hubiera esperado, el árbitro empezó a jugar un papel fundamental al decidir mal en situaciones clave; como lo fueron el penal no cobrado sobre Casco y la catarata de faltas que cobró a la inversa (ya cargaba con un tiro de esquina inexistente después de una aislada llegada de Soldano). Boca se llevó no menos de 3 córners, laterales y pelotas divididas que no le correspondían en la segunda parte. Además del regalo de haber tenido a Hurtado en cancha y no haberlo perdido en el criminal planchazo a Paulo Díaz.

De la Cruz fue de lo más destacada, junto con Nacho Fernández y Paulo Díaz, aunque los volantes no se mostraron seguros a la hora de dar la puntada final. Por su parte, Armani supo responder cada vez que se lo exigió y, aunque faltó que el peligro generado fuera tan claro como la fiesta que no se pudo evitar en las tribunas, se notó el andar seguro del campeón de América, sobre un equipo que pareció decidido a resitir y esperar que pase el encuentro.

Si bien Gallardo movió el banco, los ingresos de Suàrez, Ferreira y Scocco no llegaron a modificar una realidad que se iba cristalizando cada vez más. Así fue que se repartieron un punto cada uno en un clásico que tuvo mayor atracción en todo lo que la gente pudo hacer a expensas de la prohibición y la mente pasó a estar puesta en la lejana serie copera que, ahora sí, quedó como la gran atracción.