Gustavo Gallardo Kuster

@gallargus

"A vos te digo...¿qué te causa gracia?, sí, sí, a vos...cagón", le lanzó Ángel David Comizzo a un periodista mexicano que se reía de él después de haber perdido 3-2 ante América en 2014. El ex arquero Millonario, que sabe lo que es sentir la camiseta y mostrar personalidad, también autor de una frase muy recordada por toda la gente de River lanzó, sin saber, otra reflexión que quedaría para la historia. Tal vez lo mismo se pueda decir ahora, cuando un dirigente de la vereda de enfrente lanza entre risas una afirmación peligrosa, dando por hecho que Boca ya está en la final y es el equipo de Napoleón el que tiene que hacer méritos para llegar. Hay que mirarlo a los ojos y preguntarle de qué se ríe, hay que indagar por qué parece no haber aprendido nada sobre hablar antes de partidos importantes.

Absolutamente toda la gente está sacando cuentas ya con la conciencia tranquila, aunque no en todos los casos sin escupir para arriba. Porque cuando se deslizó -muy temprano, al inicio de la Libertadores- la chance de que podría haber una final contra ellos, no hubo nadie que no haya mirado para otro lado y hecho la cuenta casi con vergüenza y evitando ser mufa. Hoy ya es una realidad que se está, cuanto menos, más cerca que nunca. Y eso no se puede obviar.

Ese cálculo mental es el que hoy se puede hacer porque faltan cuatro partidos para saber si el Superclásico que esperó 42 años para volver a vestirse de final, este año puede repetirse después del 14 de marzo, cuando Mendoza se tiñó de rojo y blanco.

También hay que sincerarse, reconocer que antes de cada partido hacemos cuentas, imaginamos resultados, jugadas, situaciones... y también que en más de una encuesta hemos votado, mirando para otro lado y como quien no quiere la cosa, que mejor dejarlo para después, que en más de una sobremesa de asado, pizzas o la excusa que se haya presentado para juntarse con familia y amigos dijimos que "mejor dejarlos calientes y que se queden con las ganas". Es el momento para aprender, una vez más de Ángel David y evitar ser como Juan Carlos. Porque la diferencia entre valiente y bocón es abismal, aunque mucha gente crea que es lo mismo.

Si estuviste del lado de las personas que ya se sintieron satisfechas con haber ganado dos clásicos seguidos después de 14 años y tener una definición contra ellos en el bolsillo, enterate que no es el camino, repasá hasta el final lo que dijo Comizzo, pero no sobre mirarlos y decir "pobrecitos", sino sobre mirar a los ojos al canchero, al que todavía piensa que la casualidad juega al fútbol y que si el Millonario ganó dos clásicos este año le toca perder si la Copa se define contra ellos, a los que no aprenden, a los que insisten y siguen pidiendo fallos arbitrales antes de reconocer que el clásico se pierde cuando no se juega como se debe.

Miralos a los ojos cuando te pregunten si querés cruzarlos. Decite y deciles, como Comizzo, que "los cagones no hacen historia". Después faltará que lleguemos los dos, tal vez llegue uno, tal vez nadie, pero la fe en un equipo que ya demostró (tres veces) que está acostumbrado a ir contra todo pronóstico con la humildad y el perfil bajo como bandera va a ser tu seguro contra todo riesgo. Pensando en eso volvé a mirarlos cuando envalentonados por seguir avanzando lancen la chicana y, si querés, después de reafirmar sin sobresaltos que esperás cruzarlos, que tenés ganas, miralos y decilo para tus adentros..."pobrecitos".