Los bosteros son así
Una simple casualidad en un nombre concluyó con una doctrina similar a la hora de aplicar algunas armas fuera de lo deportivo. River fue más e hizo varios méritos para quedarse con los tres puntos, pero no pudo concretarlo en la red y se encontró con una verdadera pesadilla en el final. Cristian Núñez se vistió de verdugo, los minutos restantes no alcanzaron y cuando Alejandro Toia dio el pitazo final, el asunto se contagió desde las tribunas hacia el campo de juego.
A pocos metros de la tribuna lateral visitante, se produjo el primer conflicto fuerte cuando se cruzaron los jugadores de ambos equipos. Hasta ese momento, se trataba de un partido sin inconvenientes, jugado de manera fuerte, aunque leal. Distinta era la situación en las tribunas, donde había un duelo de canciones y varios proyectiles fueron dirigidos hacia Leandro Chichizola, cuando iban diez minutos del primer tiempo.
Y como si fuera poco, en la parte superior de la platea local hubo varias discusiones que estuvieron a punto de terminar en agresiones físicas. Es que muchos hinchas de River observaron el partido desde las butacas y por momentos no ocultaron sus sentimientos. Minutos antes del gol, la Policía tuvo que intervenir para que los golpes no llegaran a destino. ¿La calma volvió? Para nada, llegó el tanto sobre la hora y las gesticulaciones coparon la escena, sumándole un clima aún más áspero.
El repertorio de canciones fue similar al de las provocaciones habituales en Brandsen 805. Pero las chicanas no sólo llegaron desde afuera, sino que también causaron su efecto en el césped. Apenas llegó el pitazo final, Benítez le hizo la representación de una gallina a Sánchez, de acuerdo a lo que varios testigos le contaron a Pasión Monumental. Inmediatamente, el uruguayo le dio un derechazo, como si se tratara de una acción pugilística.
Una persona del club local se sumó a la trifulca con fines agresivos, Alexis Ferrero salió disparado para reaccionar y enseguida se amontonaron los futbolistas de unos y otros. Muchos lo hicieron para solicitar paz, pero unos cuántos le agregaron violencia al asunto. El árbitro y sus asistentes buscaron frenar la pelea junto con los efectivos policiales y los integrantes de ambos cuerpos técnicos también participaron del hecho.
Claudio Marini, uno de los entrenadores locales, estuvo lejos de dar el ejemplo. Completamente enfurecido, se cruzó con varios jugadores de River y quedó cara a cara con Jonatan Maidana. Hasta Ariel Holan, colaborador de Matías Almeyda, quedó expuesto en la vorágine y recibió el ataque de un auxiliar. Lo cierto es que el episodio nefasto duro más de dos minutos y, en la visita a Corrientes, quedó en claro que los bosteros son así, aunque tengan otros colores.
Por Germán Balcarce
Imagen: Wally