Desde que comenzó su ciclo, Marcelo Gallardo fue la única garantía para poder soñar con logros importantes, más allá de los nombres propios de jugadores que llegaron a ser fundamentales. ¿Podrá volver a reinventarse y disimular la ausencia de Alario?.

"Si Alario quiere irse, yo mismo lo acompaño a Ezeiza y le deseo lo mejor". Las palabras de Marcelo Gallardo en la conferencia de prensa en la que el tema de la salida del goleador acaparó casi todas las preguntas, fue sin un rastro de ironía. Es que desde que asumió, a mitad de 2014, no hizo otra cosa que acostumbrarse a ser la mayor referencia del equipo.

Su primer equipo lo formó con jugadores que volvían de préstamos o no eran tenidos en cuenta por Ramón Díaz; convirtió a un Carlos Sánchez que estaba en México para sumar rodaje en un factor fundamental de su equipo, tomó a un Leonardo Ponzio que venía casi sin jugar y a un Rodrigo Mora sin lugar, y los hizo piezas claves que, junto con la incorporación de Pisculichi, le dieron forma a un River de alto vuelo.

También supo recuperarse cuando el River que jugaba más que bien sufrió la lesión de Kranevitter en medio del campeonato y terminó transformándolo en un equipo más combativo y agresivo, al mismo tiempo que formó un recordado doble cinco con Ponzio, cuando el Colo volvió de su parate.

De la misma forma que convirtió a un Ramiro Funes Mori -suplente de Balanta- en un símbolo de su defensa, le dio a Ariel Rojas la banda izquierda para que deje de ser la rueda de auxilio del equipo y despliegue una faceta de su juego que aportó mucho al funcionamiento. Sin embargo, los primeros problemas llegaron con la baja de Teo y el mencionado Rojas después de haber derrotado a Cruzeiro y haber accedido a semifinales de la Libertadores después de 10 años. Ahí fue cuando la llegada de Alario modificó a un equipo que estaba ante la chance más grande del último tiempo y, una vez más, Gallardo transformó a un jugador de perfil bajo en un referente.

Ahora, con la partida del 13, que se fue al Bayer Leverkusen en medio de la Copa, sumado a la baja de Driussi y la ausencia obligada de Mora, viene la parada más difícil: volver a reinventarse en una instancia importante, de una Copa que lo tiene como principal candidato por muchas de las figuras que ya no están. El sólo hecho de ser "El River de Gallardo" ya alcanza para que el mote de candidato no se lo quite nadie, pese a las bajas de Mayada y Martínez Quarta, otro de los golpes que sufrió en poco tiempo.

"Nos vamos a levantar y esto nos hará más fuertes", fue otras de las frases de Napoléon, ni bien se dieron a conocer los casos de doping que todavía esperan por una resolución. Ahora el Millonario navega entre haber llegado al límite de la inventiva del entrenador que cambió la historia internacional del club o volver a confiar en que la partida de piezas importantes termina sacando lo mejor del Muñeco y lo obliga a exprimir todo el potencial de un equipo que supo mutar de esquemas (con la llegada y partida de D´Alessandro) y hasta cambiar jugadores de posiciones en pos de un mejor funcionamiento.

Sin una clara referencia de área (Larrondo operado) y las bajas ya conocidas, ahora deberá volver a armar el rompecabezas, con Enzo Pérez, De la Cruz, Borré y Sarachi como nuevas piezas que deberán encajar lo mejor posible para poder ver al River campeón que todos se imaginaban antes de las salidas masivas.

¿Podrá hacerlo otra vez?.