Por Matías Navarro García

@mati_navarro

En una de las conferencias más difíciles en su ciclo, Marcelo Gallardo nos recordó a todos por qué es el líder más importante de River en los últimos 50 años... o más.

No fueron horas fáciles para nadie. La insólita eliminación en manos de Lanús rodeó al mundo River de críticas, sospechas y especulaciones de todo tipo. En medio de un clima tan enrarecido, Marcelo Gallardo nos dio a todos una cátedra de sinceridad, honestidad y autocrítica en la derrota.

Mientras todos caíamos en lo fácil y apuntábamos a un tendencioso arbitraje como artífice de la derrota más dura de los últimos años, el entrenador estaba un paso adelante, revisaba lo que verdaderamente ocurrió en el campo y asumió las culpas de un golpe tan duro como inesperado.

"Bajamos los brazos como nunca en estos 3 años, es todo responsabilidad nuestra", reflexionó tras 48 horas en las que muy difícilmente haya podido pegar un ojo. Habló de los árbitros, por supuesto (tampoco es inocente ni come vidrio, conoce el contexto político complicado en el cual hoy convive), pero estuvo lejos de desviar culpas y eligió reforzar su compromiso con la institución de cara a un Superclásico que, esperamos todos, sirva para despegar.

En un ambiente donde es más fácil responsabilizar al resto que analizarse a uno mismo (sin ir más lejos, cabe recordar cómo desde la vereda de enfrente todavía hablan de un córner como causa de todos sus males), Gallardo prefirió no desenfocarse de la realidad y lamentarse por los repudiables dichos del presidente de Lanús (y hombre fuerte en AFA), dejando la puerta abierta para una futura continuidad, buscando redoblar las esperanzas de nuevas conquistas.

Algún día se irá, eso es obvio. Pero cuando lo haga no solamente dejará una vitrina a punto de estallar, un estilo futbolístico definido y un lujoso predio en Ezeiza que prácticamente lo diseñó en su totalidad. También tendrá en su haber el reconocimiento de todo el fútbol argentino y un sentido de pertenencia y amor por los colores que reubicó a River en estándares históricos que ya parecían olvidados.

Tiene errores (la elección de refuerzos seguramente sea su mayor déficit) y los oportunistas de siempre se lo remarcan cada vez que pueden. Allá ellos, quienes no saben reconocer la realidad. Mientras tanto, sigamos disfrutando que, a nosotros, nos sigue representando el mejor de todos.