Marcelo Gallardo, el hombre que se sobrepone a situaciones desfavorables continuamente e incide completamente en sus jugadores.

Ezequiel Pirotti @tanopir

Ya no hace falta decir lo que significa Marcelo Gallardo para River. Es como intentar describir algo que no tiene descripción. La emoción nubla cualquier tipo de pensamiento acerca del Muñeco, porque él es simplemente sinónimo de corazón. Es un sentimiento, es quererlo, amarlo, pero no pidamos muchas palabras. Los hechos hablan por sí solos. 

Con Marcelo Gallardo, el hincha de River aprende a lo que no es darse nunca por vencido, a encarar el trabajo con total seriedad, a sobreponerse a situaciones adversas todo el tiempo y a ver un equipo cuya principal virtud es hablar en el campo de juego. Sí, porque mientras muchas personalidades del fútbol chicanean antes de tiempo, los once guerreros de Napoleón se dedican a demostrar en el verde césped. Ahí está la pura verdad. 

No todas fueron estrellitas y motivos de festejos para el oriundo de Merlo. A lo largo de estos cuatro años que lleva en Núñez hubo un momento en donde nada le salía, e incluso se llegó a dudar por su continuidad en el club. Ese periodo comprende los últimos meses del 2017 y los primeros de 2018. Un equipo que había quedado eliminado de la Copa Libertadores en manos de Lanús, de forma totalmente inesperada y que, de inmediato, había perdido el Superclásico en el Monumental. En el torneo local, River empataba o caía en partidos insólitos. Todo parecía estallar en mil pedazos. ¿Un consuelo? la obtención de la Copa Argentina en diciembre.

Una nueva pretemporada comenzó, con energías renovadas, con las mismas ganas que siempre tuvieron los planteles dirigidos por Napoleón. Pero el arranque de la Superliga no iba a ser el mejor. Durante febrero, el equipo no encontró nunca el rumbo y en la cabeza de los hinchas Millonario ya estaba la final de la Supercopa con Boca, que parecía estar a la vuelta de la esquina. Claro, con el nivel que venía mostrado el Más Grande, ¿quién pensaría que podía superar al eterno rival, no sólo desde lo futbolístico, sino también desde lo anímico?

14 de marzo. Los jugadores sabían que en frente suyo tenían una chance inmejorable de despegar, de volar alto, de volver a tener el ADN que había implantado Gallardo. Napoleón y su tropa estaban atravesando un desierto sin provisiones, pero cuando vieron un pozo de agua se abalanzaron, corrieron, para que el ejercito rival no llegue antes que ellos. Pelearon, reforzaron sus armas, despertaron al espíritu de lucha y lograron vencer a los "otros" para conquistar un nuevo título y comenzar a creer más que nunca en ellos mismos. 

Lo que iba a venir sería sencillamente hermoso. La victoria Superclásica le iba a permitir a River crecer en confianza, además de mejorar en el juego, y lo convertiría en invencible. El último partido que River perdió fue el 24 de febrero y, desde ese momento, el Millonario no conoce lo que es la derrota. ¿Cuánto tiempo exactamente? Siete meses y nueve días que nadie, ningún equipo, puede vencer al Muñeco y a sus jugadores. Es decir, 31 batallas que Napoleón termina invicto.

Marcelo Gallardo: capacidad contante de superar situaciones desfavorables, de superar récords, de levantar pagarés, de tocarle el hombro al hincha de River y, con la mirada, insinuarle que todo va a estar bien. Es crecer y hacerse más grande pese a un tropiezo.

Ese es Marcelo Gallardo, el resiliente.