A los 30 minutos del primer tiempo, un rodillazo suyo, tras un desborde de Lucas Ocampos, se estrelló en el travesaño de un vencido Julio Chiarini. Después, ya en el complemento, una nueva definición suya terminó en gol con un detalle: había metido la mano. De esta manera,  fue amonestado por Germán Delfino.

El oriundo de General O’Brien debió retrasarse unos cuantos metros en el campo para tomar contacto con el balón. Es que pese a la gran tarea del mediocampo Millonario, la férrea marca de la defensa de la Gloria no dejaba que la pelota llegue limpia ni al nueve ni a su acompañante, Andrés Ríos.

Por eso, quizás, Fernando no lució como otras tardes. Eso sí, a fin de cuenta, terminó siendo quien más intentó, porque además de las jugadas anteriormente mencionadas el capitán de River dispuso de un par de disparos al arco que se fueron bastante desviados. El Torito no pudo gritar, pero otra vez dejó todo hasta que se fue reemplazado, ya extenuado.

Imagen: Fotobaires

Por Javier García