Fue el 29 de octubre de 1986 cuando un remate cruzado de Juan Gilberto Funes desató el delirio y el grito sagrado ante una multitud de fieles que se estaban empapando como pocas veces en su vida. Poco importó, claro. River, su River, estaba llegando a la cima de América después de 20 años de frustraciones.

El rival era el América de Cali que contaba con Julio César Falcioni como arquero, Carlos Ischia como volante y Ricardo Gareca, que en 1985 había jugado en River, como delantero. Sin embargo, el poderoso conjunto cafetero se quedó sin armas ante el River del Bambino.

Un River que, en los inicios de los ’80, coqueteó con la segunda división y que, con la llegada del Bambino, conquistó el mundo. Ese equipo tenía el genio del Beto Alonso, el equilibrio del “Tolo” Gallego y los goles del recordadísimo Búfalo, además de la solidez de la dupla Gutiérrez-Ruggeri, la seguridad de Nery Pumpido y la clase del Negro Héctor Enrique y el uruguayo Antonio Alzamendi.

River inició esa finalísima jugando en el Pascual Guerrero de Cali. Reducto inexpugnable en ese entonces. Sin embargo, con goles del mismo Búfalo y el gran Beto, el Millo se trajo un 2-1 (para los colombianos descontó Roberto Cabañas) que olía a gloria.

Días antes de la final, por el Nacional, River enfrentó, con suplentes, a Deportivo Italiano. Fue 4-2 y, los memoriosos, recuerdan el hueco que estaba en la vitrina, esperando el trofeo más ansiado de todos.

Aquel día de la revancha, River salió a la cancha con: Nery Pumpido; Jorge Manuel Gordillo; Nelson Gutiérrez, Oscar Ruggeri y Alejandro Montenegro; Héctor Enrique, Américo Gallego, Norberto Alonso y Roque Alfaro; Antonio Alzamendi y Juan Gilberto Funes. Los colombianos dieron batalla, pero en el minuto ’69, Enrique robó la pelota, la estiró para Funes y el enorme y glorioso búfalo se hamacó entre dos defensores y la mandó a guardar contra un palo de Falcioni. Con el empate River ya era campeón, pero el gol desató las lágrimas y la locura de los 85 mil presentes.

Cuando llegó el pitazo final, el alarido fue ensordecedor. River era el dueño de América. Invasión de cancha, llantos, abrazos por doquier y, mientras diluviaba, Nicolás Leoz que le entrega la copa al Tolo. Cuando Gallego levantó la Libertadores, América supo que River era el Rey. Algo que el mundo comprobó más tarde, cuando en Japón River ganó la Intercontinental, frente a los rumanos del Steaua de Bucarest. Sin embargo, eso ya es otra historia…

EL CAMINO

River integró el grupo 1 de aquella recordada Copa Libertadores. Lo ganó dejando atrás a Boca, Peñarol y Wanderers. En ese entonces, sólo clasificaba el ganador del grupo. En segunda fase, River se midió ante el Barcelona de Guayaquil y el campeón vigente, Argentinos Juniors.

Ganó ambos encuentros contra los ecuatorianos y con Argentinos hubo que ir a un tercer partido. El primerofue 0-0 en el Amalfitani. El segundo fue un 0-2 doloroso en Núñez, porque con el empate River pasaba. El tercer juego fue larguísimo, luego de un 0-0 que incluyó el alargue, el Millo consiguió el pase a la final por tener mejor diferencia de gol que el equipo del “Piojo” José Yudica. Lo que siguió ya es historia conocida. El año 1986 quedará en la historia Riverplatense como uno de los años más gloriosos de los que se tenga memoria. ¡Salud Campeón!

Por Javier García