"No me voy a presentar"

A Ariel Ortega le duele en el alma no poder retirarse en River. Se fue en enero de 2011, literalmente echado por Daniel Passarella, quien seis meses más tarde le hizo un contrato con olor a perpetuidad. En junio de ese año, fue Matías Almeyda quien le dio el empujón definitivo al ídolo viviente que tiene el club. Le ofreció ser su espía, pero el Burrito, claro, no quiso. Optó por seguir jugando, esta vez en Defensores de Belgrano. Es cierto que su nivel no fue el mejor, que jugó poco en la B Metro, que cuando lo hizo no sacó diferencias, pero se está yendo del fútbol por la ventana. Como no lo merece.
Hoy, en la vuelta a los entrenamientos, a Ortega le correspondería presentarse. Pero no irá al Monumental. Por más que le quede un año de contrato y aún no decidió si seguirá jugando, Ariel Arnaldo considera que "no voy a ir porque tengo dignidad y lo último que haría sería un lío más, aparte presentarme ahí como un nene de 18 años... no da. Me gustaría verle la cara a algunos, pero no me manejo de esa forma, siempre traté de ser lo más correcto posible y tengo un respeto hacia la camiseta de River y el club que me dio todo", aseguró en C5N.
Con buen tino, Ortega recalcó que "hoy por hoy, la camiseta de River necesita paz, tranquilidad, y yo sumarle un problema más es lo que menos le haría". Y castigó, una vez más, al presidente del club: "Passarella me desilusionó. En la primera época con él teníamos una relación muy buena, le preguntaba cosas para asesorarme, pero cuando pasa el tiempo uno se entera cosas que le duelen".
Almeyda no se salvó de los palos, aunque ahí el de Ledesma bajó un cambio: "Yo no hablé nunca más con él, sinceramente no me interesa, ya pasó. Yo no soy rencoroso, si en algún momento tengo que hablar con él lo voy a hacer, pero creo que no va a pasar".
¿Y ahora? Ortega anda con ganas de seguir jugando, pero no definió nada. El próximo domingo, en San Juan, seguirá despuntando el vicio junto a sus amigos del fútbol (Francescoli, Goycochea, Medina Bello, entre otros) en el comienzo de la cadena de partidos que él prefiere calificarlos como homenaje y no de despedida.