El Millonario gana, sí, pero está lejos de mostrar un nivel que le brinde seguridad al hincha. El problema de los laterales, la soledad de Ponzio y el aislamiento de Pratto.

Por Matías Navarro García

@matias_navarrog

¿A qué juega River? ¿Cuál es el objetivo de Gallardo cuando comienza cada partido del Millonario? Apenas llegó al banco, ya le puso su toque al equipo: juego por abajo, arrastrar rivales por dentro para lastimar por fuera (o viceversa) y presión asfixiante para recuperarla tan rápido que se encontraba al rival desacomodado.

Hoy, casi cuatro años después, de lo enumerado anteriormente solamente queda la intención de ser ofensivo, aunque los caminos elegidos sean antagónicos a los que, dice, busca el entrenador.

Es lógico que en un período tan largo al mando de un equipo (y en una liga donde la regularidad y el equilibrio brillan por su ausencia) la tónica cambie, pero tan brutal fue el cambio de rumbo que hoy es difícil encontrarle una identidad a este River.

El triunfo en Avellaneda mantuvo el envión anímico conseguido en la Supercopa, pero las dudas persisten, por ejemplo, en el papel de Pratto. Se pagaron 13 millones de dólares por un delantero TOP que cada partido juega más y más aislado del resto del equipo. A lo largo de todo el encuentro contra Racing se pudo ver a Gallardo felicitando al equipo por buscarlo en largo al Oso para que la aguante y, a partir de ahí, encontrar al Pity Martínez o a Juanfer Quintero y comenzar el ataque.

Ahí surge la otra duda: ¿de qué sirven jugadores como el colombiano en la cancha cuando la pelota vive en el aire y poco y nada en el suelo? ¿por qué Nacho Fernández es titular si colabora poco con Ponzio (lógicamente) y no puede aprovechar lo suyo que es el desequilibrio en el uno contra uno? ¿Y qué papel ocupará el Pity Martínez, el de piedra angular de la ofensiva riverplatense o el de salvador?

Los laterales son otra incógnita. Con Moreira recuperándose todavía de una lesión que nunca estuvo clara, Gallardo se enamoró de un Montiel que comenzó bien su desempeño por el carril derecho pero que hace tiempo reluce sus fallas por no ser su puesto natural. El bombero debe apagar un fuego circunstancial, pero cuando el incendio es constante algo comienza a preocupar.

Por el otro costado, Saracchi ayuda en defensa cuando tiene que poner en juego su velocidad, pero sufre mucho con jugadores más técnicos y, ni hablar, cuando le toca definir una jugada: casi siempre saca los centros con un rival encima y, si los supera, terminan pasados o por detrás del arco. No olvidemos que acá se rechazó a Vangioni

La nueva característica del River de Gallardo es la garra, tener la actitud e inteligencia suficiente para superar los mano a mano y para ganarle a Boca. Eso nos da alegrías, por supuesto, pero se sabe que con eso no siempre alcanza, como queda claro en cada torneo local disputado. La victoria en la Supercopa no debería dejar ciego al hincha. El objetivo debería ser demostrar todas las fechas que uno es el mejor para, de una vez por todas, pelear un campeonato local y no estar rezando para entrar a alguna Copa.