Esta vez es a todo o nada de verdad. Ya no hay segundas chances. Más allá de algunos casos aislados como Bustos, Acuña o Pezzella y los ya nombrados por Gallardo, Mastantuono y Echeverri, que por una cuestión lógica de edad resulta difícil hacerlos cargar con la culpa de una dura eliminación en la Libertadores, el resto se juega en gran parte la continuidad en el equipo o al menos la aprobación de la gente, y no porque se pueda perder, cosa que siempre pasa en el fútbol, sino por las formas, esas que tan importantes fueron en la primera era del Muñeco, cuando el hincha podía sacar pecho y sentirse orgulloso más allá el resultado.

River tiene opciones porque jugadores tiene. ¿No están en un buen presente? Es verdad, pero hay plantel, hay técnico, hay 90,000 almas y la banda roja que impone. De no ser así, no habría ni un hilo de esperanza, y hoy en día la esperanza no la pierde nadie. Todo sueñan y ven factible un gol en los primeros 30’, que se le venga el mundo abajo a los “brazucas” y vean el infierno en vida en el barrio de Núñez.

Con este panorama de bastantes jugadores pero todos en un nivel paupérrimo, Gallardo va a tener que elegir: ¿Mantener la lógica que se usó en Brasil con línea de 5? ¿Jugársela y meter 3 delanteros con un mediocampo ofensivo? ¿5 mediocampistas y solo un 9 como alguna vez hizo? ¿Por qué no probar con Borja y Bareiro arriba y meter infinitos centros? ¿Enzo Díaz de 3 y Acuña más adelantado?

El equipo tiene armas, pero no las viene usando. El “Colibrí” no está con el pico afilado, a Solari, el chico de las poesías, no se le cae ni un refrán, el “Diablito” no le mete miedo a nadie; pero las armas están. Capaz no son ametralladoras, y hoy en día se ven más parecidas a un Tramontina, pero el martes van a tener que ser bombas explosivas que detonen la solidez del Mineiro.