El Pelado Díaz afrontará las cinco fechas del torneo con la obligación de cerrar bien el año y esperar la asunción del nuevo presidente. La continuidad de un inmaculado que pasó a ser discutido por muchos los hinchas. “Soy riojano, tierra de caudillos, tengo huevos”, desafió el DT. ¿Cómo sigue?
La noche del 6 de noviembre de 2013 marcó un antes y un después en la relación de Ramón Díaz y la gente de River. No hubo insultos unánimes hacia el técnico más campeón de la historia del club, pero los reproches existieron. Cómo se encuadra sino el “olé, olé, olé, David, David”, un grito de guerra que salió de las entrañas de la tribuna ante un Pelado incrédulo y que luego se quejó en la conferencia de prensa. Y, cabe recordar, fue él quien tomó la decisión de prescindir de Trezeguet. Sin dudas, los mismos que lo idolatraban ahora lo miran de reojo.
Ramón Díaz afrontará las últimas fechas del Torneo Inicial con la obligación de cerrar bien el año. River marcha 14° en el campeonato, con apenas 16 unidades, quedó afuera en los cuartos de final de la Sudamericana y los objetivos grandes se esfumaron. Vélez, Olimpo, Racing, Argentinos y Quilmes son las estaciones para que el 2013 no termine mal. Y que Ramón no siga debilitándose. Porque hoy en el fútbol argentino, por más que te sobren títulos, mandan los resultados.
El DT quedó marcado como el gran responsable del fracaso que resultó el segundo semestre del año. Luego de haber potenciado lo que había heredado del ciclo Almeyda, logrando un subcampeonato y la clasificación a la Sudamericana, el riojano apostó por algunos jugadores de su confianza. Y éstos (Teo Gutiérrez, Fabbro, Carbonero, Ferreyra, Menseguez) aún no le cambiaron la historia a un River sin línea y sin identidad.
Ramón tardó -y demoraron los dirigentes de turno- diez años en volver a Núñez luego del veto de Aguilar. Si es por él se quedaría a vivir en el club, pero dejó entrever que un candidato a presidente no lo quiere. Nunca más dio precisiones al respecto, pero con la confirmación que Passarella no se presentará en busca de reelección, lo que suceda luego del 15 de diciembre será clave.
Ramón y el nuevo presidente deberán juntarse y apuntarle a un proyecto futbolístico con bases sólidas. El DT debe ser el arquitecto de una obra que permita soñar con grandes objetivos. Lógicamente, porque en el mercado de pases de verano solo se pueden traer dos jugadores, no habrá una gran depuración, aunque hay jugadores que al DT no le respondieron. Y a otros, directamente, el propio Ramón les quitó la confianza por sus volantazos continuos.
Será clave pregúntarle al riojano si confía en sus ayudantes, porque su hijo, Emiliano, también es observado de costado por la injerencia que tiene en el cuerpo técnico como ayudante inmediato de su padre a la hora de tomar decisiones.
Ramón firmó, con el aval de Passarella, un contrato por dos años más. En un club serio y con un presidente que sabía que no iba a jugar en las urnas, ¿lo ideal no hubiera sido conversarlo y debatirlo con los candidatos a heredar un contrato millonario? El vínculo comienza el 30 de noviembre y aunque aún no fue aprobado ad referendum de la Comisión Directiva, esto no corre peligro. El presidente asumirá con un contrato en pleno desarrollo.
El gran interrogante es qué pasará en esos meses, cómo llegará un Díaz tan discutido como no sucedía desde aquel 1995, cuando estuvo a punto de ser eyectado de su cargo y lo salvó la muñeca de Alfredo Dávicce. El resto de la historia es conocida. ¿Ahora cómo continuará?
El Pelado se muestra firme. “No se olviden que soy riojano, soy de tierra de caudillos. Y tengo huevos”, desafió a los fotógrafos en Ezeiza. En gran parte, de él y su capacidad depende el destino de River.
Imagen: Nicolás Aboaf