David es la bandera que mantiene vivo a River, que volvió a tener un flojo partido en el sufrido 1 a 0 ante Gimnasia (J). Estamos a un punto de Instituto.
Era el peor momento. No porque Gimnasia (J) molestara. Todo lo contrario. El gran rival de River era… River. La cancha era un hervidero, el aliento contrastaba con los nervios y la impaciencia. River no le podía hacer un gol al anteúltimo, uno de los peores rivales del campeonato. Pero el grito no llegaba. Porque el equipo provocaba poco. Hasta que apareció él, sí. El Rey David. Para ponerle toda la cabeza a la pelota y desatar el festejo. El Chori Domínguez metió un centrazo y Trezeguet le dio con la de arriba como lo hace con los pies. Fue letal. Y fue eso nada más, River. Trezeguet y diez más.
Porque el regreso del 4-4-2 no funcionó como esperaba Almeyda, quien pretendía romper por afuera a un equipo que hizo lo que prometió: metió el micro contra el arco de Cavallotti, quien no equivocó nunca hasta el gol del francés. El tándem Vella-Sánchez fracasó por derecha. Del otro lado, Díaz-González alternaron más malas que buenas. Y, así, pasó a ser clave el desequilibrio individual, algo que a River lo ha salvado varias veces en el torneo.
Almeyda, rápidamente, metió mano. Ocampos por Sánchez y el Chori por el lesionado Cavenaghi. Qué bien juega Domínguez cuando lo hace arriba, en la zona de fuego. Ya quedó demostrado que de enganche no se siente cómodo. Como 7, se la puso en la azotea al galo.
River, por chances, había merecido algo más en el primer tiempo. Dos cabezazos de Díaz y un remate de Cavenaghi era lo único que había generado ante un equipo limitado que sólo apostaba al pivoteo del gigante Delorte. Después, lo de los jujeños era tirarla para adelante. Literalmente, le cedió la pelota a River, quien no pudo –o no supo- cómo romper el cerco hasta los 67 minutos.
Se cambió apenas la actitud para el segundo tiempo. Los cambios, un clásico en Almeyda, son de técnico de equipo con ambiciones, por más que el Pelado esté en pleno desarrollo como entrenador. River tenía en cancha a Trezeguet, Domínguez, Rogelio Funes Mori (había ingresado por Vella), César González y Ocampos. Pero Gimnasia, sin sobrarle nada, siguió ordenado y con un arquero que sólo no pudo sacar la de David.
Ahí se hizo otro partido. A los jujeños se les agotó el plan. River no se complicó solo como en Mar del Plata. Y festejó. Por Trezeguet, quien será decisivo en el último tramo para volver a Primera. De él, dependen muchas de las chances para, por fin, dejar de sufrir.
Por Leandro Buonsante
Imagen: Canchallena
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