River empató el partido con la previa más caliente de esta Copa y De la Cruz cobró venganza en la cancha de la maniobra sospechosa que lo tuvo declarando por una vieja causa. El Millo se llevó la clasificación con más actitud que fútbol. Se viene Boca por Superliga y en semis también.
Gustavo Gallardo Kuster
@gallargus
Después de una previa movida y caliente, River encaró el partido y comenzó con un flojo primer tiempo, extrañando horrores a Enzo Pérez y resistiendo más de lo que pudo jugar. El haberse ido al descanso con una desventaja mínima le dio vida para repensar el encuentro. EL error de Rojas que permitió al local ponerse al frente no fue suficiente para un rival que se disolvió en su propia euforia con el correr de los minutos.
Los segundos 45 minutos no mostraron un cambio de actitud del Ciclón paraguayo, que terminó más preocupado por buscar penales y faltas que goles para poder dar pelea. El crecimiento de De la Cruz terminó de verse con el bombazo que puso 1-1 el marcador y 3-1 la serie.
La actitud volvió a primar por sobre el juego y las artimañas quedaron afuera de la cancha. Así, ni causas resucitadas ni chicanas en la puerta del vestuario pudieron quebrar a un equipo que no perdió el foco y, con la clasificación asegurada (pero preocupado por Nacho Fernández), espera por Boca en Superliga y ya se lo pone entre ceja y ceja para las semifinales.
No fueron suficientes los intentos de amedrentamiento para un grupo que sabe lo que quiere y cómo buscarlo. Otra vez River está en semis, otra vez quisieron espantarlo afuera y respondió en la cancha.