Gustavo Gallardo Kuster
@gallargus
“Nos solidarizamos y volveríamos a hacerlo porque forma parte de la ideología de este grupo y de lo que venimos trabajando hace más de cuatro años”. La ideología de la que habló Leonardo Ponzio al llegar a Madrid a jugar -de la manera más insólita- la final de la Copa Libertadores, es una radiografía de cómo se comporta este grupo que representa a River. El episodio del gas pimienta, que debería haber quedado tres años atrás, hoy vuelve a cobrar vigencia, a raíz de la agresión que sufrió el micro de Boca al llegar al Monumental y desnuda tantol a esencia como las intenciones de cada grupo. .
El mismo episodio de 2015 fue el que el plantel Xeneize utilizó como caballo de batalla: en Boca hay otra bajada de línea. Desde que se agredió a los jugadores de River saliendo a jugar el segundo tiempo de aquella serie que estaban ganando, el entorno del eterno rival enloqueció: ni la gente se bancó la inoperancia de su dirigencia, ni los jugadores de aquel entonces (los que atacaron a sus colegas con delcaraciones después de la eliminación) tardaron mucho en ver una chance que quisieron aprovechar.
La imagen de los jugadores de Arruabarrena parados en la cancha como si nada hubiera pasado es tan dura como la secuencia en la que Osvaldo se acerca junto a Orión para consultar por el estado de los jugadores de River y vuelven entre risas comentando la situación. Eso también refleja la forma de manejarse del eterno rival.
Tres años después, y pese a las declaraciones en las que Angelici reconoce que “fue una broma que salió mal”, de las que se desprende la connivencia del club con la agresión, la bandera con leyenda amenazante y el drone que sobrevoló el campo de juego (todo lo que usó Conmebol para el fallo), el famoso “mundo Boca” no digirió lo que pasó y cuatro de sus referentes quisieron justicia por mano propia. Con ayuda de parte de la prensa se tomó como trofeo de guerra la cobarde agresión de un socio ya identificado al micro de Boca para instalar que “la situación era la misma que en 2015″ e ir más lejos. Pese a las declaraciones de Angelici, el plantel arremetió con su postura de no jugar y esperar que se les de la Copa por su reclamo. También hizo retroceder a su presidente y la operación “iremos hasta las últimas instancias con el reclamo” se puso en marcha.
Mientras Scocco y Casco se comunicaban con los jugadores de Boca desde el vestuario local (reconocido por el propio Pablo Pérez que todavía no sabe si conoce o no al médico de Conmebol) y Gallardo dejaba en claro que en esas condiciones River no jugaba, pasando por encima de la chance de presentarse y quedarse con el trofeo, pudiendo aprovechar la desesperación de Domínguez e Infantino por jugarlo, Tevez y Benedetto empezaban a recibirse de voceros: desde chicanas hacia Conmebol y agresiones a River hasta la ratificación mediante sus palabras sobradoras, quedó claro que hay una diferencia de procedencia y de ideas. Esta vez el mensaje de Boca fue claro y parece poder traducirse: “Cobramos venganza por 2015 o la final se desvirtúa”.
El silencio y el cuidado con el que se trató el tema desde el entorno Millonario se entremezcla en la vorágine mediática, con las operaciones de la prensa bostera que quería hacerle creer a la gente que un tipo haciendo la seña de “cagones” podía tirar gas pimienta a 20 metros del micro de Boca sin afectar a los que estaban al lado. Nuevamente se ve y se vio la diferencia, la que se marcó adentró de la cancha en 2015 y la que se ve en la actualidad también afuera. Mientras unos imponen, otros esperan y hacen oídos sordos a provocaciones mediáticas. Ni Crespi con sus insultos, ni los diarios que querían hacer creer que River festejaba antes pudieron doblegar a un plantel que fue perjudicado y jugará fuera de casa pese a que el fallo de Conmebol lo exime de culpas. Nada de eso puede torcer lo que se ve.
El negocio es el modus operandi de Conmebol, la agresión y la extorsión mediática el del club de Angelici. Ese que camina con la 12 como custodia, apenas días después de plantearse públicamente el rechazo a las barras. La gente de River lo hizo visible desde las tribunas; la gente de Boca sigue queriendo llevarse puesto todo..
En la cancha se verá la verdad. Afuera ya quedó clara la diferencia y no hizo falta que pasen años para ver que no resisten archivo.