River empató sin goles en el Cilindro contra Racing, en un resultado que no es del todo positivo por no haber convertido, pero que termina siendo favorable por haber jugado con 10. A seguir sufriendo…
Todo lo que tenía planeado Gallardo, duró 45 minutos. En el primer tiempo del empate en Avellaneda, River dominó de a ratos y por otros momentos no tuvo la pelota, pero siempre demostró ser el más peligroso, sobre todo de contragolpe.
Es más, pudo haber abierto el marcador en los primeros 20 minutos, pero una buena atajada de Arias y una mala decisión de Nacho Fernández en un 2 contra 1 favorable, hizo que el Millonario no pudiera festejar.
Pero todo cambió a los 45 minutos cuando Ponzio, de manera infantil, se hizo expulsar por doble amonestación y dejó al equipo con un jugador menos para un tiempo entero. Todo se le hizo cuesta arriba a River.
Más allá de la desventaja, el segundo tiempo fue a pura garra y corazón para mantener el empate. El Millonario aguantó, ingresó Juanfer, pero no pudo desnivelar porque el monopolio de la pelota fue del local, y Pratto quedó muy aislado en ataque.
Y, cuando todo parecía oscuro, cuando todo hacía creer que Racing se llevaba la victoria cumplido el tiempo reglamentario, apareció Armani para figurar con su atajadón, que ya es clásico, y mantener en cero el arco a pesar de un buen cabezazo de Cristaldo.
El empate le deja un sabor extraño al Millonario: por un lado es negativo por no haber convertido, aunque por el otro es positivo saber que no se perdió en un panorama completamente adverso.
Y que se define en el Monumental. No es menor el hecho de cerrar la llave en casa, ahí todo es más fácil aunque, claro está, vamos a seguir sufriendo.