El mercado de pases de River puede llegar a no tener movimiento por primera vez desde que Gallardo asumió. Aún respaldado por el palmarés del Muñeco, no es un detalle que se pueda tapar con títulos. ¿Se afrontará una triple competencia sin nuevas variantes?
Gustavo Gallardo Kuster
@gallargus
Por primera vez en River puede no haber polémicas por los jugadores incorporados. No se va a debatir si el nueve que le trajeron a Gallardo era el que pidió, si se volcaron directamente a la segunda opción o incluso a una tercera. Van a empezar a quedar lejos las discusiones por casos como los de Tabaré Viudez o Joaquín Arzura; el problema no va a ser si el jugador está a la altura, si funciona o no. No habrá demoras ni reclamos del hincha por jugadores que llegan a mitad de pretemporada o sobre el final, cuando está por empezar todo y se evidencia que no tuvieron preparación durante el receso. La chance de que el club no incorpore a nadie y se quede con lo que tenga comienza a tomar forma.
Que se le haya dado de baja a Ariel Rojas y se esté pensando en desprenderse de Nacho Fernández no es menos importante, pero contrasta con la nula cantidad de caras nuevas, por lo que la balanza se inclina para el lado del descontento. Hubo una constante desde que asumió Napoleón: los refuerzos no siempre fueron los que rompieron el mercado y el ingenio del técnico terminó siendo determinante a la hora de armar el equipo.
El repaso del primer mercado de pases de Marcelo Gallardo fue una sola cara nueva: Leonardo Pisculichi, que llegó silbando bajito desde Argentinos Jrs. Para el resto, el nuevo entrenador se centró en recuperar jugadores que eran del club. Sacó a Ponzio del exilio que le propuso el ciclo Ramón Díaz, trajo a Carlos Sánchez desde México para darle una segunda oportunidad, le dio protagonismo a Rodrigo Mora, dejó de usar a Rojas como rueda de auxilio y se la jugó por Ramiro Funes Mori para que sea su segundo central, en lugar de ponerlo como suplente de Balanta o mandarlo a jugar de tres.
Más adelante llegaron casos un poco más discretos, apuestas, que se terminaron materializando o no (uno de los que anduvo en el último tiempo y más se extrañó fue Jorge Moreira, afectado como tantos otros por problemas físicos que le sacaron peso al equipo), porque no todos fueron Lucas Alario llegando desde Colón entre dudas por un supuesto problema en su rodilla y terminando el semestre gritando un gol histórico bajo la lluvia. El nueve que hoy está en Alemania conformó una dupla recordada con Sebastián Driussi, otro de los refuerzos que Gallardo fabricó en casa con mucha paciencia, la misma que evidenció que Pity Martínez podía dar mucho más.
La polifuncionalidad de Mayada fue otro acierto del DT, porque con el uruguayo tapó huecos en más de una ocasión y hoy es contado como una de la variantes para el lateral derecho; incluso es un defensor más, es alternativa para jugar hasta de lateral izquierdo, cuando llegó al club como volante.
Esta vez hubo un intento, aunque no literal. El protagonista de la novela esta vez fue Lucas Olaza (si, el único), como a alguna vez le tocó a Ignacio Scocco, Marcelo Larrondo o Javier Pinola, por señalar algunos casos. El final fue muy distinto y se debió a que desde las oficinas del Monumental no terminó saliendo una propuesta para el uruguayo que esperó al club todo lo que pudo. La situación económica no apremia; mientras se sigue pagando a Pratto, se reza por que el equipo encuentre un funcionamiento durante esta preparación en Orlando, porque el mercado se puede quedar como está y cuando el 9 de agosto se salga al Cilindro para dar el primer paso en los Octavos de final de la Copa Libertadores, seguramente sean más destacables las ausencias.
Ocho vueltas olímpicas después y con un staff inicial con nombres que cada vez cuesta más reemplazar, el Millonario encara y mira de frente a lo que puede llegar a ser su peor mercado de pases en esta época. El envión de la Supercopa se frenó con el Mundial y con tres competencias por delante, la muñeca del Muñeco, el mejor de todos los refuerzos de la era D´Onofrio, puede ser lo único que salve a River.