
Los primeros seis meses no fueron fáciles. Muchos hubiéramos querido ver un River más vistoso, con fútbol del lindo; un equipo que empiece a acercarse a lo que supo ser el glorioso River Plate. Sin embargo, la irregularidad fue la protagonista de esta novela y costó bastante encontrar una fórmula que asegurara el éxito. O algo así. Cada vez creíamos ver la luz, perdíamos el impulso. Un paso para adelante, dos para atrás.
El tiempo pasó y de a poco nos acomodamos, aunque sin ponernos muy cómodos porque sabemos que este viaje se va a terminar. Se tiene que terminar. El tiempo de adaptación pasó y ya no podemos permitirnos errores. Ya no hay espacio para la flexibilidad y la mediocridad, hay que ir por todo. River tiene que volver a lo más alto del fútbol. River tiene que resurgir siendo grande otra vez. Ya no hay espacio para la conformidad y el consuelo, hay que exigir. Ahora es tiempo de luchar y cada partido es una prueba a superar.
Queda mucho por recorrer pero no es tiempo de achicarnos. Hoy más que nunca hay que ponerse la Banda y salir a pelear para que River vuelva a ser lo que era. Vos, hincha, desde ahí. Ellos, dirigentes, de allá. Nosotros, los medios, desde acá. Conseguir el ascenso es una obligación de quienes están dentro de la cancha y de quienes los manejan desde afuera pero devolverle la grandeza a este amor es un deber de todos. Informate, exigí, movete, opiná, cambiá. Este año River tiene que ir por todo: el ascenso, la grandeza, los torneos, el orgullo, el paladar negro y la pasión. Nosotros, desde acá, vamos por más.
Por Victoria Peralta Wagner